"No se puede encontrar la paz evadiendo la vida" Virginia Wolf
"Hemos de ser amigos de nuestros compañeros de viaje" Yo
Tú que nos adoras. Siempre nos esperas, muchas veces por sorpresa, en cualquier recoveco del camino y siempre al final. No perdonas ni absuelves a nadie y eso te hace justa e injusta a la vez. Has conseguido que te temamos tanto que en nuestras conversaciones rara vez hablamos de ti, ni te mentamos. Casi nunca eres oportuna ni bienvenida cuando apareces y, cuando deberías serlo, llegas tarde. Has conseguido que suframos, que lloremos y que rara vez te entendamos. Se ha pretendido que seas algo así como el espíritu del mal y te pintan siempre oscura.
A veces se te considera como una transición por miedo a aceptar tu propuesta, otras veces eres, dicen, el inicio de una nueva etapa. Otros te invocan como vehículo hacia nuevas realidades, hacia nuevos viajes, hasta dicen de ti que nos haces volver al inicio de todo. Para muchos eres el terminar.
Sin embargo eres la pieza que cierra el puzzle. Nos pones a todos con los pies en el suelo, tocando a la tierra de donde venimos y nos proporcionas una ración de realidad que siempre nos duele y que casi nunca admitimos.
Pretendo imaginarte guapa, interesante, esbelta, justa, solidaria. Eres una compañera de viaje que hacemos desaparecer demasiado a menudo y que aunque siempre estás a nuestro lado no te integramos en nuestras vidas. Te evitamos, te rechazamos, te negamos.
Deberíamos ser tus amigos, tus cómplices y, sinceramente, no sabemos como hacerlo y tú no nos ayudas. ¿Dónde estás ahora?
Te necesitamos al lado permanentemente, que nos expliques, que nos acompañes. Todos reconocemos que las luces son bonitas porque hay sombras, pero éstas siguen sin gustarnos. ¿Qué contradicción? Sin un anverso no hay un reverso. Sin calor no habría frío. Necesitamos el opuesto para ser. Necesitamos el complemento para darnos cuenta de la belleza de cada parte. El blanco necesita al negro. Sin compensación entre el positivo y el negativo ni el positivo existiría.
En tu caso somos egoístas, absurdos y nos engañamos consecuentemente. No lo podemos evitar. Los sentimientos que hemos generado dentro, que nos han inculcado desde niños te han evitado, te han ninguneado, y nadie te quiere, nadie te comprende, nadie te admite.
Yo quiero quererte. Quiero comprenderte. Quiero aceptarte como eres. Necesito transmitir a los demás que no eres maldita, que no eres rencorosa, que tus genes guiados por el dios de las probabilidades te hacen cumplir con tu compromiso, con tu obligación. Te necesitamos como la noche al día, como el aire que respiramos. Entonces ¿por qué te odiamos?, ¿por qué casi nunca te comprendemos?
Quiero que me acompañes, que estés a mi lado, no para recordarme que estas ahí, sino para irnos conociendo y poder hacer ese trayecto como buenos amigos. Sin miedos.
No quiero lágrimas en los que dejo porque me vaya un día contigo. No quiero sentimientos tristes en mi partida. Quiero alegría y paz interior. Quiero comprensión y agradecimiento. No quiero rezos, ni lloros, ni ojos húmedos. Mi viaje ha tenido desde siempre un principio y un final, aunque lo escondamos detrás de una niebla que impedimos que desaparezca. Nos engañamos porque realmente esa niebla solo aparece en nuestra imaginación.
Soy, somos, unos privilegiados. Hemos existido cuando lo normal es no existir. Millones de probabilidades no han llegado a ocurrir jamás. Somos una probabilidad entre millones y millones de posibilidades. Y al existir podríamos haber existido principalmente para sufrir. Se nos ha otorgado el milagro de poder “ser”. Hemos podido sentir, amar, ver la luz, sentirnos vivos, dudar, temer, reír. Nos ha sido dada la posibilidad de pensar, de abrazar, de besar, de querer, de ganar, de perder, de temblar, de llorar, de emocionarnos, de leer, de mirar, de admirar, de escuchar música, de sentir el mar, las montañas, el frío y el calor, de ver las estrellas, de … ¿Qué más queremos? Seamos agradecidos.
Hemos podido disfrutar unas décadas de todo eso cuando somos una dichosa excepción, solo existe un número ridículamente ínfimo de posibilidades de que podamos vivir en los millones y millones de eones que nos preceden y de eternidades que nos suceden.
Sólo por eso quiero ser tu compañero, amiga muerte. Estaremos una eternidad juntos.
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